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Comer conscientemente

by in Consejos, Te interesa, Te lo proponemos 26 de abril de 2022

Los problemas de sobrepeso y obesidad, muy prolongados en el tiempo, suelen guardar una estrecha vinculación con una mala relación con la comida. Por tanto, si decidimos someternos al cambio y apostar por una vida más saludable, mejorar esa relación con la comida ha de ser uno de los enfoques más importantes que le demos a nuestro plan de adelgazamiento.

Además de la alimentación, hay otros factores de nuestro día a día que influyen en la manera en la que nos comportamos cuando se trata de adelgazar: la actividad física que realizamos, nuestro estilo de vida, la cantidad y la calidad de nuestro sueño y, ahora también se incluye como una parte muy importante el comer conscientemente, o lo que se conoce actualmente como mindfull eating.

Estamos acostumbrados a ir en «piloto automático», y, en términos generales, no nos paramos a disfrutar de las pequeñas cosas y los pequeños placeres de la vida. De la misma forma que esto pasa factura en nuestra relación con nuestros hijos, nuestros familiares, nuestra pareja, nuestros amigos, nuestros vecinos… nos pasa también factura en nuestra relación con la comida, por eso, comer conscientemente puede abrirnos un mundo nuevo en el que esa relación mejore considerablemente.

Para ello sólo debemos incorporar algunas rutinas y darle a ese momento, el de sentarnos en la mesa a comer, la importancia que se merece. A veces, por prisas y por estrés, dejamos de dedicarle atención a lo que comemos y a cómo lo comemos, y eso es lo que vamos a cambiar a partir de ahora.

A continuación os dejamos los consejos que os ayudarán a tomar plena consciencia de vuestra alimentación.

  • En primer lugar, aprende a distinguir entre hambre real y hambre emocional. Antes de comer, escucha tu cuerpo y razona si tiene sentido sentir hambre. Si has comido hace menos de cuatro horas, el hambre no debería estar justificado. Una vez que lo hayas identificado, elige comer cuando realmente lo necesites y disponte a disfrutar de ese momento.
  • Siéntate a comer en la mesa. No debes comer de camino al trabajo, ni delante del ordenador, ni si quiera delante de la televisión. Todas esas situaciones están llenas de distracciones que no te van a permitir poner tu atención en la comida. Debes sentarte en una mesa bien preparada, un ambiente agradable, con todo lo necesario para comer: cubiertos, plato, vaso, el agua, el pan… Además de resultar más agradable, como cuando vas a un restaurante y forma parte del atractivo de comer fuera, te ayudará a evitar desviar tu atención mientras comes.
  • Observa el plato de comida que tienes delante: sus colores, su olor, sus texturas… Toma consciencia de las sensaciones que te despiertan estas características.
  • Siéntate para comer, en una silla, de manera erguida y correcta. Favorecerá tu digestión y te permitirá estar más pendiente de las sensaciones que vas a recibir con cada alimento.
  • Mastica sin miedo. Normalmente masticamos muy poco, cuando deberíamos hacerlo 35 veces cada vez que ingerimos un alimento. Te va a aportar mucha información sobre sabores, texturas, va a hacer que te siente mejor la comida, y te ayudará a comer más despacio.
  • Procura que las comidas sean mínimo de 20 minutos. Ese es el tiempo que el cerebro tarda en recibir la información desde el estómago. Si te sacias en 10 minutos, para cuando la información llegue al cerebro, habrás seguido comiendo y tal vez hayas ingerido más cantidad de la que necesitabas.
  • Entre un mordisco y otro, deja los cubiertos en el plato. No hace falta que vayas cortando el siguiente bocado, párate y siente cómo el alimento va pasando por tu boca, despertándote sabores diferentes y va llegando hasta tu estómago saciándote cada vez un poco más.
  • Levántate de la mesa cuando hayas terminado, sin hacer sobremesa, así evitarás el impulso de seguir comiendo.

Puede que al principio todo este proceso se te haga complicado, porque no es una costumbre, pero si le dedicas un tiempo al principio, podrás integrarlo en tu día a día y convertirlo en un hábito saludable, que te permita disfrutar de la comida en la medida justa.

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